Tragedias

William Shakespeare (1564 – 1616) no requiere de demasiada presentación. Fue un dramaturgo y poeta inglés considerado el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal.

Sus tragedias dan vida a personajes dotados de características inherentes a la condición humana lo que hace que la obra de Shakespeare parezca siempre tan actual a pesar de haber sido gestada a finales del siglo XVI y principios del XVII.

Entre sus tragedias más reconocidas y celebradas (algunas no en su época, pero sí con el paso del tiempo), podemos destacar: Romeo y Julieta, Julio César, Hamlet, Otelo, Macbeth o El rey Lear. Son justamente estas seis historias las que nos podremos encontrar en un tomo de más de 280 páginas que publica Editorial Brontes y que reseñaremos a continuación.

La intención de esta breve reseña, no es tanto centrarse en la trama de estas tragedias, sino que intentaremos dar cuenta de las características comunes que podemos encontrar en ellas y aportarles algunos datos que funcionen como clave de lectura para entender qué es lo que ha llevado a estas obras a resistir el paso del tiempo:

Romeo y Julieta: Si bien forma parte de una larga tradición de romances clásicos, Shakespeare ha conseguido aquí, crear personajes tan arquetípicos que se convirtieron de a poco en referencia universal para hablar de amores trágicos.
Al margen de ello, el rasgo distintivo de Romeo y Julieta que queremos rescatar aquí, tiene más que ver con su estructura dramática. Shakespeare ofrece una historia que oscila entre la comedia y el drama, recurso con el que consigue generar una gran tensión. Prestar atención a estos vaivenes es un ejercicio muy interesante para quienes se estén iniciando en la escritura.

Julio César: Paradójicamente, el propio Julio César, no es el personaje principal en esta historia, ya que la trama gira en torno a la conspiración que se lleva a cabo contra el dictador romano. Sin embargo, algunos críticos han coincidido en que el espíritu de César gobierna la trama de la obra, en la medida en que todo gira en torno a su figura.
Un rasgo particular de esta obra, es la centralidad en las perturbaciones internas de los personajes, que se enfrentan a debates que ponen en juego la ética, la moral, la amistad y el honor. Nuevamente Shakespeare hace gala de su capacidad para crear personajes que sin dudas, no son ni buenos ni malos… son humanos.

Hamlet: Es la obra más extensa de Shakespeare. Se caracteriza por centrarse en los personajes y no en las acciones como solía mandar el esquema utilizado en aquella época impuesto por la obra Poética de Aristóteles. De esta manera, la obra se encuentra plagada de giros argumentales que captan la atención de sus lectores (o de su audiencia en los teatros) revelando los motivos y pensamientos de los protagonistas. Nuevamente la riqueza de los personajes es lo que da forma a la trama.

Otelo: En Otelo, encontramos un quiebre en la moral dominante de la época. Otelo es un moro, y los moros eran representados en Inglaterra, normalmente, como villanos. Shakespeare nos presenta aquí a un personaje de piel oscura pero piadoso y enamorado, en este caso, de la joven y bella Desdémona (aunque, hay que decirlo, el artífice principal de la trama de esta obra, es sin dudas el siniestro Yago).

Macbeth: Basada en la vida del rey de los escoceses entre 1040 y 1057, los conceptos claves para leer esta obra podrían ser: la ambición, la traición y la culpa.
En este sentido, es interesante prestar atención a la traición como nexo entre la ambición y la culpa. La ambición lleva a los personajes a realizar ciertas acciones. Estas acciones no necesariamente generan culpa. Pero llegado el momento, la única manera de actuar conforme a la ambición, será traicionando. La traición sí genera culpa. Es aquí que se produce el desarrollo de la trama y el tormento de los personajes en manos de la culpa, generalmente representada como algún tipo de aparición fantasmal.

El rey Lear: Los temas que articulan esta obra (intentando ser sintéticos) son la vejez, la locura, y la fidelidad de los lazos familiares.
Es muy interesante prestar atención a cómo se describen los conflictos que se generan en torno al poder y la dirección del reino.
El rey Lear dará a sus hijas igualdad de oportunidades, en lugar de heredarle el trono a Cordelia, quien se manifiesta claramente como la candidata capaz de redimir el mal por el bien.
Shakespeare nos muestra aquí, cómo la preminencia de los principios de igualdad por sobre el juicio crítico, puede no ser siempre una decisión correcta. De hecho, en este caso, es justamente lo que desata los conflictos en la obra.

Encontramos generalmente en las tragedias de Shakespeare que el mal no es únicamente presentado como externo, o como producto de una casualidad o del destino. Generalmente son los mismos personajes quienes son perturbados por algo interno a ellos mismos, que contribuye a su propia destrucción.

En este tomo de Ediciones Brontes, podremos encontrar las seis tragedias que más destacan en la obra de Shakespeare y que han dejado su huella en la literatura y la dramaturgia. Seis historias que vale la pena leer teniendo en cuenta algunas claves que nos van a ayudar a comprender mejor por qué ocupan un lugar tan destacado dentro de la literatura universal. Como último detalle, cabe mencionar que en la colección Fontana de esta misma editorial se encuentran por separado estas mismas tragedias, así como otras obras de William Shakespeare como El mercader de Venecia, Sueño de una noche de verano, La fierecilla domada, Cuento de invierno y Cimbelino.

Más información en: www.edicionesbrontes.com

Esteban Azzara

Un comentario en “Tragedias

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